miércoles, 8 de julio de 2009

EL ROMANCERO



EN CEUPTA


En Ceupta está don Julián,
En Ceupta la bien nombrada:
Para las partes de allende
Quiere enviar su embajada;
Moro viejo la escrebía,
Y el conde se la notaba;
Después que la hubo escrito
Al moro luego matara.
Embajada es de dolor,
Dolor para toda España.
Las cartas van al rey moro,
En las cuales le juraba
Que si de él recibe ayuda
Le dará por suya a España.
Madre España, ¡ay de ti!,
En el mundo tan nombrada,
de las tierras la mejor,
la más apuesta y ufana,
donde nace el fino oro,
donde hay veneros de plata,
abundosa de venados,
de caballos lozana,
briosa de lino y seda,
de óleo rico alumbrada,
deleitosa de frutales,
en azafrán alegrada,
guarnecida de castillos,
y en proezas extremada:
por un perverso traidor
toda serás abrasada.

Anónimo

ROMANCE DEL PRISIONERO

Que por mayo era por mayo
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuando es de día
ni cuando las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero;
Déle Dios mal galardón.
Anónimo

ROMANCE DEL AMOR MÁS PODEROSO QUE LA MUERTE



Conde Niño por amores
Es niño y pasó la mar;
Va a dar agua a su caballo
La mañana de San Juan,
Mientras el caballo bebe
El canta dulce cantar;
Todas las aves del cielo
Se paraban a escuchar,
Caminante que camina
Olvida su caminar,
Navegante que navega
La nave vuelve hacia allá.
La reina estaba labrando,
La hija durmiendo está
—¡Levantaos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
—No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
sino es el Conde Niño
que por mí quiere finar.
¡Quién le pudiese valer
en su tan triste penar!
—Si por tus amores pena!
¡oh malahaya su cantar!
Y porque nunca los goce
Yo le mandaré matar.
—Si le manda matar, madre,
juntos nos han de enterrar.
Él murió a la medianoche,
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar,
a él como hijo de conde
unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;
las ramitas que se alcanzan
fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban
no dejan de suspirar.
La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.
De ella naciera una garza,
de él un fuerte gavilán,
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.


ROMANCE DE LA LUNA LUNA


La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira-mira
El niño la está mirando
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
-Huye, luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
-Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
-Huye, luna, luna, luna.
que ya siento sus caballos.
-Niño, déjame; no pises
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño
Tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venían,
Bronce y sueño, los gitanos
Las cabezas levantadas
Y los ojos entornados.

Cómo canta la zumaya,
¡ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
Con un niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,
Dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.



FEDERICO GARCÍA LORCA

MUERTE DE ANTOÑITO EL CAMBORIO


Voces de muerte sonaron
Cerca del Guadalquivir.
Voces antiguas que cercan
Voz de clavel varonil.
Les clavó sobre las botas
Mordiscos de jabalí.
En la lucha daba saltos
Jabonados de delfín.
Bañó con sangre enemiga
Su corbata carmesí,
Pero eran cuatro puñales
Y tuvo que sucumbir.
Cuando las estrellas clavan
Rejones al agua gris,
Cuando los erales sueñan
Verónicas de alelí,
Voces de muerte sonaron
Cerca del Guadalquivir.
—Antonio Torres Heredia,
Camborio de dura crin,
Moreno de verde luna,
Voz de clavel varonil:
¿Quién te ha quitado la vida
cerca del Guadalquivir?
—Mis cuatro primos Heredias
hijos de Benamejí.
Lo que en otros no envidiaban,
Ya lo envidiaban en mí.
Zapatos color corinto,
Medallones de marfil,
Y este cutis amasado
Con aceituna y jazmín.
—¡Ay, Antoñito el Camborio,
digno de una Emperatriz!
Acuérdate de la Virgen
Porque te vas a morir.
—¡Ay, Federico García,
llama a la Guardia Civil!
Ya mi talle se ha quebrado
Como caña de maíz.


Tres golpes de sangre tuvo
Y se murió de perfil.
Viva moneda que nunca
Se volverá a repetir.
Un ángel marchoso pone
Su cabeza en un cojín.
Otros de rubor cansado
Encendieron un candil.
Y cuando los cuatro primos
Llegan a Benamejí,
Voces de muerte cesaron
Cerca del Guadalquivir.

FEDERICO GARCÍA LORCA

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